la penumbra disimula la ruina del lugar,
disimula lo podrido del silencio
que mata, que carcome mis ojos
que ya no pueden ver la luz.
Busco y rebusco entre los rincones,
pedazos de luz que nunca vi,
Abro las ventanas, pero el sol no entra,
solo las sombras de los que vienen y van
pero nunca jamás se quedan.
Cruje la silla, llorando su desamor,
vieja testigo de lo que nunca existió,
Se olvidó de reír o nunca le enseñaron,
que la risa falsa siempre hiere,
que la piel hay que vestirla de olvido,
pues los recuerdos también matan de a poco.